Robusteciéndolos para los estresores de la vida: La importancia de que los niños sepan «rebotar»






Los niños, incluso desde las edades más tempranas, siempre se benefician en desarrollar resiliencia, un poderoso mecanismo de superación personal que los capacita para manejar de manera exitosa sus pensamientos más estresantes y sus conductas más ansiosas. A su nivel más básico, resiliencia significa saber «rebotar» cada vez que nos enfrentamos a momentos difíciles. Un niño que sabe rebotar es un niño que entiende que puede sobrevivir a la experiencia, incluso sobresalir durante la misma, a pesar de que se encuentre con momentos que le resultarán difíciles de manejar. Cuando el resultado no es lo que queríamos, lo procesamos, respiramos hondo, y entonces seguimos adelante con nuestras vidas. La vida siempre es difícil para todos, pero imagínense lo complicada que nos resultaría si nos sentimos derrotados, frustrados  o desmoralizados ante cada obstáculo que tenemos que enfrentar en el camino. No siempre vamos a ganar en la vida, pero al menos vamos a intentarlo, y ese debe ser el mensaje que tenemos que darles a los niños. La resiliencia no es una cualidad con la cual nacemos, pero sí es la clase de competencia emocional que TODOS, a cualquier edad, podemos desarrollar. Existen maneras para que los padres y maestros enseñen resiliencia a los niños. Algunas sugerencias siguen.
  • Enseñándolos a encontrar soluciones diferentes para resolver el mismo problema. Junto al niño, identificamos obstáculos potenciales a la situación, y entonces, hacemos un listado corto (3-5 alternativas) de posibles soluciones al mismo. Por ejemplo, el niño quiere ponerse su sudadera verde, pero la encuentra aún sin lavar en el cesto de la ropa sucia. ¿Qué podría hacer aquí? Situaciones simples como esas son de gran utilidad para desarrollar en los niños importantes destrezas en solución de problemas sociales: «Si no puedo hacer lo que quiero ahora, ¿qué otra cosa puedo hacer?». De los pequeños obstáculos nos movemos a obstáculos más grandes y potencialmente estresantes. Usando el mismo procedimiento, el niño responde a preguntas como: « ¿Qué harías si no consigues el papel principal en la obra de la escuela? ¿Te da tanto coraje que abandonas la obra? O quizás… ¿decides aceptar el personaje que te tocó, tratando de dar lo mejor en ese rol?». La discusión que se genere ahora nos debe llevar a que el niño pueda distinguir entre «darse por vencido» (abandonar la obra) y «rebotar» (aceptar el rol que le tocó, disfrutarlo, y dar lo mejor de sí para tener éxito). Enfoquemos a los niños en buscar soluciones, preparándolos para que, ante los estresores de la vida, se detengan, reflexionen y contesten: « ¿Qué puedo hacer aquí, ahora?». Como una alternativa, pueden contestar: « ¿Qué puedo hacer diferente para cambiar este resultado?».
  • Enseñándolos a pensar y hablar positivamente. Muchos niños tienen la tendencia a decir « ¡Esto es muy difícil!» o « ¡No puedo hacer esto!», y fácilmente se descorazonan, dándose por vencidos y abandonando tareas y responsabilidades. Una estrategia simple para educar a los niños a superar la «actitud del derrotado» es enseñándolos a sustituir la frase « ¡No puedo!» con frases y palabras como: «Me esforzaré» y «Trataré». Un simple «Trataré…» abre la mente del niño a nuevas posibilidades; « ¡No puedo!», por el contrario, le cierra todas las puertas y lo deja sin opciones. Es importante que nuestros niños entiendan que «ser perfectos en todo» NO es la meta; esforzarse por mejorar sus destrezas es la clase de meta que necesitan: los ayuda a relajarse, los enfoca en lo positivo (su progreso), y les facilita rebotar.
  • Hacer un hábito de hablar con los niños sobre sus decepciones y contratiempos. Esto no se hace con el propósito de «invadir su pensamiento», sino con el propósito de, gentilmente, explorar juntos para, de ser necesario, corregir las conclusiones que sacaron de la experiencia. Preguntas para examinar son: « ¿Cuando esto pasó, qué pensaste?», « ¿Qué te dijiste a ti mismo?», « ¿Por qué tú crees que esto pasó?» y «En una próxima ocasión, ¿qué tú crees que puedes hacer diferente para evitar que esto vuelva a pasar?». No permitamos que el niño se culpe a sí mismo (carácter o habilidades), ni a otro individuo, por un resultado decepcionante. Seamos cuidadosos, encauzando la atención del niño hacia la conducta específica (lo que el niño hizo) que produjo el resultado decepcionante. Finalmente, podemos ayudar al niño a identificar 2-3 cosas que puede hacer en el futuro para mejorar la situación o corregir el problema.
  • Enseñándoles a percibir (ver y entender) las luchas de la vida como retos. Preparemos a los niños para que aprendan a identificar los contratiempos de la vida como retos a superar, no como pruebas a evitar. Nunca es demasiado temprano (ni demasiado tarde) en la vida de un niño para que desarrolle la actitud del «Todo pasa en la vida, y este momento difícil también pasará. Con cada reto, aprendo y me hago más fuerte».


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Educación > Autoayuda > Disciplina > Emociones del niño

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